UNA PINCELADA DE  HISTORIA  DEL R.·. E.·. A.·. y A.·.
 
 

Los orígenes de la Masonería parecieran estar conectados con casi todas las épocas fundacionales... De las más antiguas culturas, de las tradiciones religiosas y del tránsito entre los sistemas sociales prevalecientes en grandes épocas de la vida humana; así se halla asociada en sus raíces y devenir con múltiples entidades y grupos mistéricos... Así mismo el pensamiento de los filósofos antiguos y modernos se expresa, explaya, expone  y proyecta hacia y desde sus templos.

Tiene lo mismo raíces caldeas que fenicias; indostánicas judaicas, cristianas y templarias; pero a modo que, manteniendo puntos comunes con sociedades similares no implica que en aquellas y sólo en ellas  esté íntegro su estructura, sus principios y sus valores dinámicos.

Menos genérico resulta considerar que la masonería tuvo orígenes operativos en las Guildas de constructores; como deja bien establecido C.N. Batham de la Ars Quator Coronatorum.

Es claro que en su planteamiento más general, la masonería recoge tradiciones muy antiguas y de prestigioso cuño; pues mantiene raíces que se sugieren más allá de lo documentalmente investigado.

Mas tratando de ser objetivos en la búsqueda de sus antecedentes se han de respetar los criterios que aconseja la práctica seria del conocimiento histórico y su método; no obstante el asunto se complica por tratarse de una institución de iniciados que, teniendo fines prácticos y espirituales se movieron siempre en ámbitos de extrema discreción.

Entonces, nos  ubicamos en los albores de la Edad Media, a la caída del Imperio Romano. Los rudimentos del Arte, estuvieron entre los constructores, en cuyas Guildas se cimentó el sistema de trasmisión de conocimientos guardados en lo que denominaríamos etapa operativa y cuya situación y relaciones encontramos en diversas fuentes propias de la época; como los manuscritos Halliwell, Regius, Cooke, etc.

Lo especulativo en la orden surge con los “Aceptados” cuando la Herramienta pasó a ser  simbólica y a contarse en el número de los adeptos a “no constructores” la transición se fue inclinando cada vez más a la  admisión de nobles, burgueses y científicos; esto es el poder político, el del dinero y el del saber.

En 1717, cuatro logias londinenses forman la primera Gran Logia de Londres y Westminster, de donde vino la Constitución de Anderson que se promulga en 1727, por James Anderson a quien es considerado padre de la Masonería Moderna, basada en los “Old Charges” o antiguas constituciones; siendo que, probablemente su primer artículo le dió amplia viabilidad y exitosa consistencia  en una Inglaterra que iba saliendo del pantanoso espacio del permanente conflicto religioso que se vivió durante algún tiempo aún en otras latitudes; fue pues, una Constitución liberalizadora, sobre todo de la religión; convirtiéndose la Orden a partir de su observancia en vínculo de estrecha unión y sincera amistad, entre los hombres que de otra suerte seguirían siendo extraños entre sí y no hermanables.

Para 1771, sólo en Francia el número de Logias era ya de 360; que, favorecían un clima pro parlamentario y enciclopedista en medio del predominio pleno del despotismo ilustrado de los Luises. A mediados del Siglo XVIII estaba ya en todas las modernas naciones europeas; a España llegó en 1728, lo destacamos porque de allí pasó a los virreinatos del continente americano; aunque algunos también se iniciarían en la Inglaterra del libre cambio.

No se  pretende extender éstas líneas hasta las posibles causas de la tala del roble de Gissors; pero existe la impresión de que las primeras divisiones como toda división en esta y toda institución fue por intereses de los hombres a los que sirve; y por querer éstos servirse  de aquella de manera no regulada... Lo religioso y lo político las más de las veces era el detonante de tales explosiones que están presentes en toda evolución de institución humana.

Los grados filosóficos del R.E.A. y A. nacen en Francia a mediados del S. XVIII al margen del desarrollo y estabilización de la Masonería Inglesa y Escocesa.

En París,  por 1758 se conforma  el Consejo de Emperadores de Oriente que da lugar al Rito de Perfección de 25 grados; mismos que culminaban con el de Sublime Príncipe del Secreto Real; tal rito de perfección parece deber su nombre de escocés por preeminencia concedida en aquél entonces al Grado de Maestro  Escocés.

El esoterismo de la época conlleva a una inimaginable proliferación de grados y ritos; también fueron -desde entonces comunes los problemas de estos cuerpos de grados mal llamados superiores, con relación a las Grandes Logias de que se nutrían; o por decirlo de manera más amable la convivencia no fue siempre la más armónica.  Las relaciones  recíprocas se mejoraron por la suscripción de concordatos.

El Rito Escocés  se estableció no antes de 1801; y el desenlace del proceso no ocurre sólo en la Europa de su fragua.

Para 1761 Esteban Morín viaja a Santo Domingo donde establece el Rito que de allí pasa a las Indias Occidentales y a las  Colonias americanas de  la costa atlántica;  es Moshe M. Hayes el primer protagonista; quien inviste a Isaac Da Costa como Inspector General para South Carolina donde en 1783 radica la Gran Logia de Perfección, precisamente en Charleston S.C.

Para 1801, con un número de Inspectores Generales apropiado, Juan Mitchell y Federico Dalcho; toda vez que se han integrado los 8 grados continentales establecen el Rito Escocés Antiguo y Aceptado que regresa al Viejo Mundo por conducto del Conde Alejandro José Augusto Gras  Tilly; quien lo  reinicia en 1804 en Francia; muchos nos preguntaremos ¿Porqué si procedía de Francia no surge  allá desde el principio?

El racionalismo que llevó al planteamiento de una nueva forma de  sociedad hubo de  pasar por la Revolución Francesa que abatió  casi todas las columnas masónicas en el país, con sus estados generales, directorios y terrores ausentes de Inglaterra; y que, estuvieron lejos de la inspiración que diera la Masonería a la construcción del Estado laico y masónico más grande de toda la historia en el continente  americano, los Estados Unidos de América.

Sin embargo tenemos que volver  un poco atrás y darnos cuenta  que en Alemania por 1758 fue retomado por la Gran Logia de  los Tres Globos con sede en Berlín y que, para 1762 queda bajo la protección de Federico el Grande o mejor, Federico Rey de Prusia quien era docto en la Historia Antigua de la Masonería y quien le dio orden con las Grandes Constituciones de 1862.

Entonces entenderemos lo de Antiguo;  que no alude a  sus escasos años de  existencia institucional e institucionalizada; sino por destacar el hecho de que comprende las enseñanzas de las tradiciones egipcias, sirias y judías; y la connotación de  Aceptado le viene por serlo efectivamente por principio por el Gran Oriente de Francia y la Gran Logia de  los Tres Globos de Berlín.

En 1786, el Emperador Federico ratifica las Constituciones conocidas como de 1786; y, por propia voluntad deja de  ser el Gran Comendador no para que quede acéfala la Orden; sino en favor de un Consejo de Grandes Soberanos Inspectores Generales en cada Nación; esto es, los Supremos Consejos del 33º y Ultimo Grado legítimo de la FrancMasonería que conocemos en nuestros días.

Este doble  desarrollo coincidente  entre lo monárquico y una república naciente se entiende mejor si nos acercamos a las versiones aportadas por los tratadistas alemanes, particularmente  J.G. Findel de  Leipzing; y a autores contemporáneos muy doctos como León Zeldis con su Cronología y otros estudios filosóficos; o el  amplio desarrollo planteado por José Schlosser en su creación bibliográfica de apenas el año pasado, denominada “La Piedra Franca”; los hechos más sobresalientes en la fundación de nuestro Supremo Consejo se extractan de la obra de  nuestro Soberano Gran Comendador; I.·. P.·. H.·. Julián Gascón Mercado, “Los Primeros Masones y la Fundación del Supremo Consejo de México”