Miguel Hidalgo y Costilla ( 1753-1811)

Miguel Hidalgo y CostillaPadre de la Patria, iniciador de la Independencia de México Fue el hijo segundo de Don Cristóbal Hidalgo y Costilla y de Doña Ana María de Gallaga, nació en la hacienda de Corralejo, jurisdicción de Pénjamo, Guanajuato. Sus primeros años los pasó en la misma hacienda de Corralejo, de la cual era su padre administrador, y en seguida pasó a estudiar a Valladolid (hoy Morelia), en el Colegio de San Nicolás, en donde dio cursos de filosofía y teología, llegando a ser rector del establecimiento en 1791; los colegiales le pusieron por apodo el "Zorro".

Recibió el grado de bachiller en teología en la Ciudad de México, en 1773 y se ordenó en 1778. Sirvió varios curatos, y muerto su hermano mayor, Don Joaquín, se le dio el del pueblo de Dolores, que producía unos ocho o nueve mil pesos anuales. Extendió mucho el cultivo de la uva y propagó el plantío de moreras para la cría de gusanos de seda, de las cuales existen todavía en Dolores ochenta y cuatro árboles plantados por él, en el sitio a que se ha dado el nombre de las Moreras de Hidalgo.

En 1809 varias personas habían formado en Valladolid una conspiración que tenía por objeto reunir en México un Congreso para gobernar la Nueva España en nombre de Fernando VII, en el caso de que la península sucumbiera bajo el poder de los franceses, lo cual con una ligera desviación debía conducir a la independencia del país. La revuelta había de comenzar en Valladolid el 21 de diciembre y en la mañana del mismo día fueron presos los conspiradores. Formóseles causa, y ellos tuvieron tanIgnacio Allende, con un uniforme que nunca usó buenas artes para defenderse, que nada serio resultó en su contra; fueron puestos en libertad y no se prosiguió en las actuaciones del proceso. Pero la conjuración solapada de Valladolid se refugió en Querétaro, allí cobró fuerzas; la protegía el corregidor Don Miguel Domínguez, y reclutaba partidarios en 1810, mientras llegaba el término de mostrarse abiertamente. En qué tiempo se alistó Hidalgo entre los conspiradores, se ignora; pero él mismo dice en las declaraciones de su causa que, “trataba con Allende, con quien había tenido anticipadamente varias conversaciones acerca de la independencia, sin otro objeto por su parte que el de un puro discurso; pues sin embargo de que estaba persuadido que sería útil al reino, nunca pensó entrar en proyecto alguno, a diferencia de Ignacio Allende que estaba pronto a hacerlo, e Hidalgo tampoco lo disuadía; pues lo más que llegó a decirle en una ocasión, fue, que los autores de semejantes empresas no gozaban el fruto de ellas."

Hidalgo, pues, sabía de la conjuración más no se afiliaba, y así corrió el tiempo hasta que, a principios de septiembre de 1810, Allende le envió una carta de Querétaro rogándole con insistencia que fuera a aquella ciudad.

Marchó Hidalgo en efecto, y le fueron presentadas por Allende algunas personas de poco valor, con tan mezquinos recursos, que aquél lo juzgó de poca importancia, volviéndose a su curato. Sin embargo Allende, tal vez no quiso al principio descubrir a los nuevos conspiradores pero después escribió de nuevo desde San Miguel el Grande, pintando tan bien el buen estado del negocio, que Hidalgo se decidió y comenzó a trabajar en el logro de la empresa, mandando construir algo así como veinticinco lanzas en el pueblo de Dolores y en la hacienda de Santa Bárbara, y poniéndose en comunicación con Juan Garrido, tambor mayor del batallón de Guanajuato, y con dos sargentos del mismo cuerpo para ganar aquella tropa.

Grabado de Miguel Hidalgo y Costilla, grabado aparecido en el libro de "Los Gobernantes de México", Manuel Rivera CambasEntre tanto, la conspiración fue descubierta a las autoridades por algunos traidores, y los conjurados fueron reducidos a prisión. Hidalgo supo vagamente de la denuncia hacia el 12 o 13 de septiembre y mandó llamar inmediatamente a Allende para conferenciar acerca de lo que debía hacerse; éste llegó a Dolores la noche del 14, y ni en ella, ni en todo el día 15, que permanecieron juntos, resolvieron cosa alguna.

Doña Josefa Ortiz, esposa del corregidor Domínguez, una de las personas más empeñosas para la revolución, dándose cuenta que estaba descubierta la conjura mandó un expreso a San Miguel el Grande para dar la nueva a Allende, a fin de que los comprometidos se pusieran a salvo: el correo llegó a su destino al amanecer del día 15 y no encontrando a la persona a quien iba dirigido, entregó su misiva a Aldama.

Cuenta la leyenda que éste salió apresuradamente de San Miguel, en el camino reventó tres caballos, y entró en Dolores a las dos de la mañana del día 16; ya en la casa del cura habló con Allende, y ambos entraron a la recámara de Hidalgo. Al ruido, éste se incorporó en la cama, y comenzó a vestirse oyendo la relación que le hacía Aldama; al calzarse las medias, interrumpió diciendo: "Caballeros, somos perdidos; aquí no hay más recurso que ir a coger gachupines."

Hidalgo, ya vestido, hizo llamar a su hermano Mariano y a José Santos Villa, y con ellos, Aldama, Allende y diez hombres armados, salió de su casa y se dirigió a la cárcel, amenazó al alcalde con una pistola para que pusiera en libertad a los presos, y logrado el objeto reunió hasta ochenta hombres, a quienes dio por armas las espadas de las compañías del regimiento de la reina que estaban en el pueblo, y que entregó al sargento Martínez.

Era domingo, y más temprano de lo de costumbre se llamó a misa en la parroquia; ocurrieron los habitantes y los rancheros de las cercanías, de los cuales muchos tomaron parte en la revuelta, de modo que bien pronto los insurgentes formaron un número de trescientos hombres. Prendieron al subdelegado Rincón y a diez y siete españoles, y quedaron dueños de la población sin la más mínima resistencia. Comenzaba la lucha por la independencia

 

 

Miguel Hidalgo y Costilla

(1753-1811)

Hijo del acaudalado matrimonio de don Cristóbal Hidalgo y Costilla y Ana María Gallaga Mandarte y Villaseñor, Miguel Hidalgo y Costilla nació el 8 de mayo de 1753, en la hacienda de San Diego de Corralejo, en Pénjamo, Guanajuato. Su madre murió cuando él tenía nueve años, pero no le faltó cuidado y atención de su padre, de quien aprendió las primeras letras y la generosidad a los necesitados. En 1765 inició sus estudios en el colegio de San Francisco, de Valladolid (hoy Morelia) y más tarde pasó al colegio de San Nicolás Obispo. En su época de estudiante era apodado El Zorro a causa de su inteligencia y astucia. En febrero de 1770 se recibió de bachiller en letras, y en marzo del año siguiente de bachiller en artes en la Real y Pontificia Universidad. Se distinguió en el estudio de teología escolástica y moral y a los 20 años obtuvo el bachillerato de teología. Posteriormente realizó estudios canónicos en el Colegio de San Nicolás, hizo carrera escolástica y aprendió latín, francés e italiano, lo mismo que náhuatl, tarasco y otomí En 1790 fue nombrado rector del Colegio de San Nicolás, donde formó un círculo en el cual dominaban las ideas liberales y se exponían libremente opiniones políticas sin importar que estuvieran en contra de las autoridades virreinales y religiosas. Su conducta en general dejaba mucho que desear para la jerarquía de la Iglesia, pues a la par de sus ideas liberales, llevaba una vida en que juego y mujeres tenían un papel importante. De hecho tuvo cuatro: Agustina y Lino Mariano de Manuela Pichardo, y Micaela y Josefa de Josefa Quintana. Las inconformidades generadas por su proceder lo obligaron a dejar todo para trasladarse a Colina a ejercer como cura. En enero de 1793, Miguel Hidalgo fue nombrado párroco de San Felipe, en Guanajuato. Sin embargo, sus ideas e inquietudes políticas y de crítica contra la iglesia siguieron haciendo ámpula y fue acusado de hereje ante en Santo Oficio. Aunque la acusación no prosperó, era señalado duramente por la autoridad. Finalmente, en 1800 abandonó el curato de San Felipe para dedicarse a asuntos personales y familiares. No fue sino hasta 1802, cuando a la muerte de su hermano, cura de Dolores, Miguel ocupó su lugar. Ahí, trabajó de nuevo en favor de los más necesitados, que no dudaron el seguirle cuando años después, justo la noche del 15 al 16 de septiembre de 1810, al grito de “¡Viva la Independencia”, convocó a tomar las armas contra la autoridad colonial. Tuvo importantes triunfos y también algunos errores, los cuales despertaron la desconfianza de los suyos. Hidalgo fue hecho prisionero cuando se seguía el camino rumbo al norte. En Acatita de Baján fue alcanzado y aprehendido por Ignacio Elizondo, quien lo condujo a Chihuahua. Fue procesado por tribunales civiles y eclesiásticos que finalmente lo condenaron a muerte. Fue fusilado la mañana del 29 de julio de 1811.

 

D. MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA

(1753 - 1811)

Sacerdote mexicano iniciador de la independencia de México, conocido como el "Padre de la Patria". Nació el 8 de mayo de 1753 en el rancho de San Vicente, perteneciente a la hacienda de San Diego Corralejo, jurisdicción de Penjamo, Guanajuato, y fué bautizado con los nombres de José Miguel Gregorio e Ignacio, en la capilla de Cuitzeo de los Naranjos, el día 16 del mismo mes y año.

Hijo de don Cristobal Hidalgo y Costilla, administrador de la hacienda de San Diego Corralejo, y de doña Ana María Gallaga Mandarte, hija de don Antonio Gallaga, arrendatario del rancho de San Vicente. Tuvo tres hermanos con quieres se crió en el lugar de su nacimiento. Nacido en el seno de una familia virtuosa y honorable, su infancia fué apacible y alegre. Llegado a la adolescencia pasó a Valladolid junto con sus hermanos para estudiar una carrera. Miguel escogió la carrera eclesiástica e ingresó al Colegio de San Nicolás.

Curso sus estudios profesionales en el Colegio de San Nicolás, en la ciudad de Valladolid, (hoy Morelia). Esta ciudad fué fundada en 1541 por el virrey don Antonio de Mendoza. En San Nicolás tuvo oportunidad de entrar en contacto con ilustres maestros que no solamente le impartieron conocimientos académicos, sino que le enseñaron a pensar. Además de las disciplinas porpias de su profesión, aprendió Hidalgo el idioma francés, lo que le permitió ampliar sus conocimientos cada vez más a través de lecturas del pensamiento europeo de su tiempo. Su aplicación al estudio, aunada a la brillantes de su talento, le hicientos sobresalir y lograr que se le encargasen varias cátedras, alcanzando finalmente el rango de Rector del Colegio.

Y no solamente enseñaba en su escuela parroquial, sino que aplicaba lo aprendido a través de sus lecturas y de su experiencia. Es de justicia enfatizar que D. Miguel Hidalgo y Costilla fué, como lo habían sido los primeros misioneros llegados al Continente Americano, un verdadero apóstol de las labores sociales; un precursor de lo que hoy se llama el "trabajo social", pero aplicado a su tiempo, a su circunstancia. Tenía los altos relieves de un enciclopedista, cosa nada corriente en su tiempo. Amaba las artes, practicaba la música y la literatura y, por su trato cordial y agradable había ganado no solamente el respeto, sino también el cariño de sus feligreses, lo que explica el gran ascendiente que ejercía sobre ellos.

Al recibir las ordenes sagradas, ocupó varios curatos, como el de Colima y San Felipe, hasta que a la muerte de su hermano Joaquín ocupó su lugar como Cura de Dolores en 1802. Hombre cultísimo y progresista, al mismo tiempo que que estudiaba las primeras letras, aprendía también labores del campo y su esperitu observador iba creciendo en conocimientos de la misma manera que su cuerpo se fortalecía con la saludable vida del campo. El contacto con lo artesanos de su pueblo le facilitaba el aprendizaje de diversas artesanías, conocimiento que tan útil habría de serle después, ya Cura de almas, tendría la opurtunidad de ayudar a sus feligreses. Su espirutu emprendedor lo llevó a instalar varios talleres de artesanías e industria (alfarería, curtiduría, carpintería, herrería, etc.). Con la ayuda de sus feligreses mandó a excavar una noria y plantó moreras y vides.

Todos los oficios que enseñaba tenían una aplicación práctica, un valor comercial; eran actividades productivas que contribuían poderosamente a elevar el nivel de vida de los habitantes de Dolores y puntos vecinos. Esta lavor constructiva la hacía aprevechando los recursos naturales de la región, antes inexplotados. Fué también en este aspecto un precursor.

El tiempo que le dejaban libre sus trabajos sociales y docentes, lo destinaba a instruírse, a aumentar sus conocimientos en todos los ambitos del saber humano. Sentía gran entusiasmo por los estudios filosóficos, y ellos lo llevaro a la adopción de las ideas liberales que habrían de caracterizarlo.

Desde 1808 participó en las juntas de los descontentos con la situación de la Nueva España. Formalizadas estas conspiraciones, debieron adelantar la fecha del levantamiento armado, arrostrando las consecuencias que los llevaría a una muerte prematura.

La madrugada del 16 de septiembre de 1810, con las arengas ¡Viva la independencia! ¡Viva la América! ¡Muera el mal gobierno! Hidalgo y sus seguidores se lanzaron a la lucha que nos liberaría del yugo español.

Fué generalísimo de los ejercitos isurgentes. Triunfó en Guanajuato y Las Cruces. Después de una racha de victorias los insurgentes llegaron a las puertas de la capital, pero por alguna razón que la historia no ha podido aclarar, Hidalgo decidió retirarse. Vinieron derrotas como la de Calderón y otras. Siete meses de vida activa constituyeron su carrera como insurgente.

Después de severas derrotas y cuando iba rumbo a E.U.A. a conseguir pertrechos, fué traicionado por Ignacio Elizondo y tomado preso en las Norias de Acatita de Baján el 21 de Marzo de 1811, y conducido a Chihuahua.

Fué enjuiciado, degradado de su carácter sacerdotal y fusilado fusilado la mañana del 30 de julio de 1811. Su cabeza junto con la de Allende, Aldama y Jiménez, fueron llevadas a Guanajuato y, encerradas en jaulas de hierro, colgadas en las cuatro esquinas de la Alhóndiga de Granaditas, en donde permanecieron hasta la consumación de la Independencia en 1921.

Hoy sus restos reposan en la Columna de la Independencia (el Angel de la Independencia) en el Paseo de la Reforma de la ciudad de México, en donde arde perenemente una lámpara votiva que recuerda el sacrificio de aquellos que dieron sus vidas por la Independencia de su Patria.

 

Decreto contra la esclavitud, las gabelas y el papel sellado

 

Don Miguel Hidalgo y Costilla, Generalísimo de América, etc.

 

Desde el feliz momento en que la valerosa nación americana tomó las armas para sacudir el pesado yugo que por espacio de tres siglos la tenía oprimida, uno de sus principales objetos fue exterminar tantas gabelas con que no podía adelantar su fortuna; mas como en las críticas circunstancias del día no se pueden dictar las providencias adecuadas a aquel fin, por la necesidad de reales que tiene el reino para los costos de la guerra, se atiende por ahora a poner remedio en lo más urgente por las declaraciones siguientes:

  1. Que todos los dueños de esclavos deberán darles la libertad, dentro del término de diez días, so pena de muerte, la que se le aplicará por transgresión de este artículo.
  2. Que cese para lo sucesivo la contribución de tributos respecto de las castas que lo pagaban y toda exacción que a los indios se les exija.
  3. Que en todos los negocios judiciales, documentos, escrituras y actuaciones, se haga uso del papel común quedando abolido el de sellado.
  4. Que todo aquel que tenga instrucción en el beneficio de la pólvora, pueda labrarla, sin más obligación que la de preferir al gobierno en las ventas para el uso de sus ejércitos, quedando igualmente libres todos los simples de que se compone.

Y para que llegue a noticia de todos y tenga su debido cumplimiento, mando se publique por bando en esta capital y demás villas y lugares conquistados, remitiéndose el competente número de ejemplares a los tribunales, jueces y demás personas a quienes corresponda su cumplimiento y observancia.

Dado en la ciudad de Guadalajara, a 6 de diciembre de 1810.

Miguel Hidalgo, Generalísimo de América.

Por mandato de Su Alteza, Lic. Ignacio Rayón, Secretario.

Tomado de:
La Independencia de México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, Secretaría de Gobernación, México, 1992.

 

 

6 de diciembre de 1810
Guadalajara

Hidalgo

Todo el mundo sabía, en el pueblo de Dolores, que el cura Hidalgo tenía la mala costumbre de leer mientras caminaba por las calles, las grandes alas del sombrero entre el sol y las páginas, y que de puro milagro no lo atropellaban los caballos o la Inquisición, porque más peligroso que leer era leer lo que leía. A paso lento atravesaba el cura la neblina de polvo de las calles de Dolores, siempre con algún libro francés tapándole la cara, uno de esos libros que hablaban de contrato social y derechos del hombre y libertades del ciudadano; y si no saludaba era por sed de ilustración y no por bruto.

El cura Hidalgo se alzó, junto a los veinte indios que con él hacían cuencos y vasijas, y al cabo de una semana fueron cincuenta mil. Entonces lo embistió la Inquisición. El Santo Oficio de México lo ha declarado hereje, apóstata de la religión, negador de la virginidad de María, materialista, libertino, abogado de la fornicación, sedicioso cismático y sectario de la libertad francesa.

La Virgen de Guadalupe invade Guadalajara, a la cabeza del ejército insurgente. Miguel Hidalgo manda retirar de las paredes el retrato del rey Fernando y responde a la Inquisición decretando la abolición de la esclavitud, la confiscación de los bienes de los europeos, el fin de los tributos que pagan los indios y la devolución de las tierras de cultivo que les han usurpado.

14 de septiembre de 1813
Chilpancingo

La independencia es revolución o mentira

En tres campañas militares, Morelos ha ganado buena parte del territorio mexicano. El Congreso de la futura república, Congreso errante, peregrina tras el caudillo. Los diputados duermen en el suelo y comen ración de soldados.

A la luz de un velón de sebo, Morelos redacta las bases de la Constitución nacional. Propone una América libre, independiente y católica; sustituye los tributos de los indios por el impuesto a la renta y aumenta el jornal del pobre; confisca los bienes del enemigo; establece la libertad de comercio, pero con barreras aduaneras; suprime la esclavitud y la tortura y liquida el régimen de castas, que funda las diferencias sociales en el color de la piel, de modo que sólo distinguirán a un americano de otro, el vicio y la virtud.

Los criollos ricos van de susto en susto. Las tropas de Morelos marchan expropiando fortunas y dividiendo haciendas. ¿Guerra contra España o levantamiento de los siervos? Esta indepencia no les conviene. Ellos harán otra.

 

Miguel Hidalgo y Costilla

Miguel Hidalgo y Costilla, grabadoHidalgo salió para Aguascalientes y tomó el rumbo para Zacatecas. De Zacatecas, Hidalgo fue por las Salinas, el Venado, Charcas, Matehuala y el Saltillo. Aquí se determinó que los jefes principales, con la mejor tropa y el dinero, partiesen para los Estados Unidos. Ya puestos en camino, fueron hechos prisioneros por los realistas el 21 de marzo en las Norias del Baján o Acatita del Baján. Hidalgo fue llevado a Monclova, de allí salió el 26 de marzo por el Álamo y Mapimí y el 23 entró en Chihuahua. Se procedió luego a la formación del proceso, y el 7 de mayo se le tomó la primera declaración. El carácter eclesiástico de Hidalgo hizo que se demorase su proceso más que el de sus compañeros.

La sentencia de degradación se pronunció el 27 de julio y el 29 se ejecutó en el Hospital Real donde Hidalgo estaba preso. El Consejo de Guerra condenó al reo a ser pasado por las armas, no en un paraje público como sus compañeros, y tirándole al pecho y no a la espalda, conservándose así la cabeza. Oyó Hidalgo la sentencia con calma y se dispuso a morir.

Su último día ha sido descrito así: "Vuelto a su prisión, le sirvieron un desayuno de chocolate, y habiéndole tomado, suplicó que en vez de agua se le sirviese un vaso de leche, que apuró con extraordinaria muestra de apetecería y gustaría. Un momento después se le dio aviso de que era llegada la hora de marchar al suplicio; lo oyó sin alteración, se puso en pie y manifestó estar pronto a marchar. Salió, en efecto, del odioso cubo en donde estaba, y habiendo avanzado quince o veinte pasos de él, se paró por un momento, porque el oficial de la guardia le había preguntado si alguna cosa se le ofrecía que disponer por último; a esto contestó que sí, que quería que le trajesen unos dulces que había dejado en sus almohadas: los trajeron en efecto, y habiéndoles distribuido entre los mismos soldados que debían hacerle fuego y marchaban a su espalda, los alentó y confortó con su perdón y sus más dulces palabras para que cumpliesen con su oficio; y como sabía muy bien que se había mandado que no disparasen sobre su cabeza, y temía padecer mucho, porque aún era la hora del crepúsculo y no se veían claramente los objetos, concluyó diciendo: "La mano derecha que pondré sobre mi pecho, será, hijos míos, el blanco seguro a que habéis de dirigiros”.

Oleo de J. Díaz del Castillo, Museo Nacional de Historia, fragmento"El banco del suplicio se había colocado allí en un corral interior del referido colegio a diferencia de lo que se hizo con los otros héroes, que fueron ejecutados en la plazuela que queda a la espalda de dicho edificio, y donde hoy se encuentra el monumento que nos lo recuerda, y la nueva alameda que llevó su nombre; y enterado el Hidalgo del sitio a que se le dirigía, marchó con paso firme y sereno, y sin permitir se le vendasen los ojos, rezando con voz fuerte y fervorosa el salmo Miserere me; llegó al cadalso, le besó con resignación y respeto, y no obstante algún altercado que no le hizo para que se sentase la espalda vuelta, tomó el asiento de frente, afirmó su mano sobre el corazón, les recordó a los soldados que aquél era el punto donde le debían tirar, y un momento después estalló la descarga de cinco fusiles, uno de los cuales traspasó efectivamente la mano derecha sin herir el corazón. El héroe, casi impasible, esforzó su oración, y sus voces se acallaron al detonar nuevamente otras cinco bocas de fusil, cuyas balas, pasando el cuerpo, rompieron las ligaduras que lo ataban al banco, y cayendo el hombre en un lago de sangre, todavía no había muerto; otros tres balazos fueron menester para concluir aquella preciosa existencia, que hacía más de 50 años que respetaba la muerte.”

Apenas había nacido el sol cuando ya se había puesto a la espectación pública, sobre una silla y en una altura considerable, y precisamente a la parte exterior de su. Su cabeza, con las de Allende, Aldama y Jiménez se pusieron en jaulas de fierro en los ángulos de la Alhóndiga de Granaditas de Guanajuato. El cuerpo tuvo sepultura en la tercera orden de San Francisco de Chihuahua, y en 1824 fueron traídos el tronco y la cabeza a México, para enterrarlos con gran solemnidad.

 

 

 

Miguel Hidalgo y Costilla ( 1753-1811)

Cara de la virgen de Guadalupe, imagen que usaron los insurgnetes como banderasEl mismo día 16 salieron Hidalgo y los suyos de Dolores, marchando a San Miguel el Grande, y al anochecer entraron en la población. Allí se les unió el Regimiento de la Reina, y en el camino una multitud de gente del campo principalmente indios, armados con flechas, palos, hondas e instrumentos de labranza, sin orden, sin disciplina, siguiendo por jefes a sus capitanes de las haciendas; montados los de caballería en flacos y malos caballos, los jinetes con pocas lanzas, y las espadas y los machetes propios de sus ocupaciones campestres. Aquella gente marchaba siguiendo un fuerte instinto que lo impulsaba y que no podía definir, mas no tenía bandera; al pasar por Atotonilco, Hidalgo encontró una imagen de La virgen de Guadalupe, la hizo suspender del asta de una lanza, y aquél fue el estandarte del ejército: en todos los guiones se puso una estampa del sagrado simulacro, y la usaban los partidarios por distintivo en el sombrero. Las inscripciones colocadas al lado de la imagen, eran: "Viva la religión. Viva nuestra madre Santísima de Guadalupe. Viva Fernando VII. Viva la América y muera el mal gobierno."

Los insurgentes, apoderándose de la persona de los españoles y saqueando sus casas, pasaron por Chamacuero y entraron en Celaya el día 21. Hasta entonces la revolución no tenía jefe; lo eran de hecho los caudillos que la promovieron, y por deferencia a la edad, a los conocimientos y al carácter de sacerdote, Hidalgo representaba el primer lugar; para dar legalidad al hecho, el 22, con asistencia del Ayuntamiento de Celaya, fue nombrado Hidalgo, general; Allende, teniente general; con lo cual aquél quedó investido del supremo mando, por unánime consentimiento. El ejército contaba entonces con unos 50,000 hombres, y había visto pasar a sus filas varias compañías de los provinciales de la villa. Con aquellas fuerzas se avanzó sobre Guanajuato, y el 28 cayó en sus manos la ciudad, después de un sangriento combate en la Alhóndiga de Granaditas cuyos defensores perecieron pasados a cuchillo.

Dibujo de Miguel Hidalgo aparecido en la serie de libros "Biblioteca del Niño Mexicano"Pasados los primeros días, y con ellos la confusión, se dedicó Hidalgo a organizar el Ayuntamiento, nombró empleados, puso mano a establecer una fundición de cañones, una Casa de Moneda, y se dedicó en cuanto pudo a sacar provecho de su conquista. El Gobierno en tanto se aprestó para combatir la revolución. El obispo electo de Michoacán, Abad y Queipo, publicó un edicto el 24 de septiembre, declarando a Hidalgo, Allende, Aldama y Abasolo, excomulgados.

El ejército siguió para Maravatío, Tepetongo, Hacienda de la jornada, lxtlahuaca y Toluca, y el 30 de octubre desbarató en el monte de las Cruces a las fuerzas de Torcuato Trujillo, mandadas por el virrey Venegas para contenerlo. Con esta victoria quedó abierto el camino de la capital; Allende era de opinión que se avanzara sobre ella aventurando un golpe decisivo; Hidalgo se opuso alegando la falta de municiones, la pérdida sufrida en la batalla, que había infundido gran terror en la gente bisoña, la aproximación de las tropas realistas al mando de Calleja y el éxito dudoso de un combate contra la guarnición nada despreciable de la ciudad. Sin hacer nada se estuvieron a las puertas de México hasta el 1 de noviembre y el 2 comenzaron a retroceder por donde habían venido, con ánimo de ir a apoderarse de Querétaro.

Versión estilizada del ejército insurgente.El primer mal, resultado del paso retrógrado, fue perder la mitad de la gente por la deserción. Los insurgentes ignoraban el rumbo que traía el ejército realista y las operaciones que había ejecutado; la noticia de su aproximación la supieron por los dispersos de una partida, que en la hacienda de Arroyozarco encontró la descubierta enemiga. Era ya inevitable la batalla; a pesar de sus bajas, los insurgentes contaban con más de cuarenta mil hombres, con doce piezas de artillería, y tomaron posición en la loma, casi rectangular, que desde el pueblo se extiende hasta el cerro de Aculco. Al amanecer del 7 de noviembre fueron atacados, y se dispersaron completamente sin combatir, dejando en el campo sus equipajes y útiles de guerra. Allende se retiró para Guanajuato; Hidalgo entró con cinco o seis personas en Valladolid, habiendo disminuido las numerosas fuerzas reunidas poco antes. La separación de los dos jefes tuvo por objeto poner en estado de defensa a Guanajuato, mientras se reclutaban nuevos hombres, se fundía artillería y se organizaban divisiones para atacar simultáneamente a los vencedores.

El 15 de noviembre participó a Allende su resolución, y el 17 salió de Valladolid con siete mil hombres de caballería y doscientos cuarenta infantes, todos mal armados, entrando el 26 en Guadalajara. Allende, que veía aproximarse a Calleja con su ejército, allanando fácilmente los pueblos de su tránsito, con fecha del 19 de noviembre repruebó la marcha de su compañero, y le escribe que en lugar de alejarse pensando en su seguridad personal, piense en la de todos, y venga con sus tropas a socorrer la plaza, en combinación con otras partidas: el 20 repitió otra carta del mismo tenor. Como Guanajuato se perdió el 25 de noviembre el retroceder no era ya de ningún provecho.

Despuésde la toma de Guanajuato por los realistas, Allende marchó a Zacatecas y de allí a Guadalajara, adonde entró el 12 de diciembre, perdió Valladolid las fuerzas y las autoridades se retiraron también a aquella plaza, que vino a ser el foco de la revolución. Se trató entonces de establecer un gobierno del que Hidalgo era cabeza, con dos ministros, uno de "Gracia y justicia" y otro denominado "Secretaría de Estado y del Despacho" pero no resultó.

Allende opinó, supuesto que una batalla era inevitable, porque se sacase al campo la tropa organizada con la artillería útil, para que en caso de un revés quedara en pie el grueso del ejército que mientras podría instruirse, quedando una retirada segura y un punto de apoyo en la ciudad; de modo contrario opinó Hidalgo, y por él se decidieron los votos del consejo. En consecuencia, el ejército compuesto de unos cien mil hombres, con veinte mil jinetes y noventa y cinco cañones, salió de la población el 14 de enero de 1811 para acampar en las llanuras del puente de Guadalajara, y el 15 a tomar posición militar en el puente de Calderón, lugar escogido por Allende y por Abasolo. Los insurgentes fueron derrotados y el ejército se desbandó.