Independencia

Independencia En todas las épocas y lugares se han formado estructuras, instituciones que responden a las necesidades específicas, a la forma homogénea de pensar, sentir actuar, entender el mundo y comportarse ante él, de cada agrupación humana. Estas instituciones guardan elementos y características afines a la cultura de la cual son expresión, aunque pueden incorporarse algunas particularidades correspondientes a otros tiempos y culturas. Un grupo de pensadores como Spencer, Lilienfeid, Worms, Spengler, Novicov, etc., sostienen que en la sociedad, las culturas, son similares a los organismos y la vida de ambos está condicionada por la vida de sus componentes y cumplen, además, un ciclo vital que corresponde a las siguientes faces: nacer, crecer, madurar, declinar y morir. El ciclo de las instituciones puede ser menor que el de las culturas y culmina cuando deja de cumplir los objetivos que proporcionaron su creación. De acuerdo con esta perspectiva, nuestra actual cultura, la occidental, ya pasó su etapa creadora en todos los aspectos, habiendo correspondido a su juventud y madurez, y ha entrado en su fase de decadencia que se caracteriza por su utlitarismo por ser práctica, pragmática, por interesarse en todo lo que pueda proporcionar seguridad y comodidad para la vida. Poco se observan las grandes creaciones en el arte, la ciencia, la filosofía, en literatura, ahora sólo preocupa una técnica para vivir más cómodos, una música pobre, una literatura sencilla y divertida. Se ha perdido la grandeza de miras e ideales, en esta etapa las principales inquietudes son la técnica y la política, lo demás sólo tiene algún sentido en la medida que pueda resolver las necesidades económicas de la población o proporcionar algún beneficio a los grupos poderosos. Nuestra institución masónica con las características actuales se formó a principios del siglo XVIII, destacando el propósito de recopilar las ideas más avanzadas que la humanidad hubiese aportado, y para facilitar esa acción se invitó y aceptó a los hombres más prominentes de aquella época, con la cual el espíritu de rebeldía al servicio de la humanidad, que ya se había manifestado en la agrupación, se vería complementado con esa sabiduría universal para procurar que todos sus miembros se superaran, en todos los aspectos, hasta lograr que su actuación fuese tolerante, humanitaria y racional, lo que les permitiría ser los dirigentes, los líderes de cada colectividad del mundo entero. La Orden se convirtió en una escuela con grandes ideales como los de lograr el progreso y la felicidad del hombre, Empezaron a realizarse estos ideales con la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica. En 1776, con la iniciativa del filósofo enciclopedista Claude Adrien Helvetius, se formó en Francia la Logia de las Nueve Hermanas donde llegaron a participar hasta 400 miembros, incluyendo a destacados pensadores, artistas, políticos, poetas, diplomáticos, etc., entre las cuales podemos señalar a Voltaire, Lovoisier, Lalande, Condorcet, Brissot, Paine, a los norteamericanos Jefferson, y Franklin, éste último fue Venerable en 1779. Esta Logia incorporó a los principios novedosos ya adoptados por la Orden, algunos elementos importantes como unir el racionalismo filosófico a la acción política y realizar una propaganda humanitaria que llegara a todos los niveles de la sociedad, lo que permitiría un efectivo progreso social bajo los conceptos de libertad, igualdad y fraternidad, que incluso fueron señalados como los objetivos fundamentales de la Revolución Francesa. A pesar de ser criticado por rebasar el formalismo masónico, este grupo supo interpretar los ideales de la Orden y mostrar una forma de incorporar elementos que pudieran resolver los problemas que aquejaban a la humanidad. En poco tiempo se observó lo adecuado de estas medidas con los movimientos de liberación en Europa, incluyendo la Revolución Francesa, y de Independencia en América Latina. En el siglo XIX y principios del actual siguió observándose la implantación de los ideales de la Orden, no obstante en la actualidad, y desde hace algunos decenios no se han incrementado los mencionados ideales ni se advierte nuestra participación, por el contrario han resurgido los conceptos denigrantes contra los que siempre hemos luchado y que en estos tiempos, aunque en forma disfrazada y con gran sofisticación, vuelven a imperar en todo el mundo. La esclavitud, la enajenación, el hambre, la ignorancia, etc, hacen su aparición fundamentándose en los documentos legislativos que son orientados por los grupos dominantes en el mundo de acuerdo con sus principios ideológicos y de programas políticos y económicos de su singular conveniencia. Crecen algunos factores de naturaleza individual y otros de índole social como el desarraigo, la angustia, diversos mitos políticos tratan de invadir los estratos profundos del espíritu humano, se enmascaran los lineamientos ideológicos, se trata de desviar la conciencia colectiva, etc. La vida contemporánea con sus características más comunes a la mayoría de los países existentes como la interdependencia, la masificación de la población y la tecnificación que realiza cada uno de ellos, no ha logrado el objetivo de proporcionar a las mayorías un nivel de vida aceptable, por el contrario se ha aumentado la degradación, el envilecimiento, la enajenación, la falta de libertad y de autenticidad. A cambio de la unificación, masificación y tecnificación, se pierde la personalidad original de cada sociedad, se ha llegado a una pauperización material y cultural Todos los rincones del mundo han sido técnicamente conquistados y económicamente explotados, considerándose el consumo como un fin en sí mismo. No sólo las actividades intelectuales se han independizado cada vez más entre sí, sino que particularmente la filosofía, con las tres tendencias en que podríamos encasillarla: la europea, la angloamericana y la rusa, cada una con sus particulares intereses y hasta con su particular jerga han creado una situación compleja, ya que las distintas posturas pueden enfrentarse pero se toman en cuenta y hasta aplican indistintamente el vocabulario filosófico de cada una de ellas. Asimismo ha surgido una abundante cantidad de doctrinas, métodos y concepciones filosóficas, encontrando parecido en el monstruo policéfalo que habla una lengua diferente por cada una de sus cabezas, así tenemos la fenomenología, el historicismo, el personalismo, el pragmatismo, el instrumentalismo, el intuicionismo, la filosofía de la vida, el existencialismo, el estructuralismo, el positivismo lógico, el realismo, el naturalismo, la filosofía analítica, el marxismo, etc., algunas de ellas son simplemente tendencias de la época o ideologías filosóficas que encuentran mayor o menor popularidad de acuerdo a la publicidad que se les dé, mediante la publicación de revistas y libros o con ponencias y debates que se organizan. Esta situación, lejos de lograr una mejor comprensión del mundo y del ser humano, crea una mayor confusión y un sentimiento de ignorancia en el hombre común. En el caso de la Orden, han sido rebasados los mecanismos para cristalizar nuestros principios en la sociedad y algunos de nuestros conceptos y métodos podrían observarse desactualizados en relación con el desarrollo que han alcanzado la filosofía y la metodología, y sin una comprensión del mundo actual y por lo mismo sin una clara proyección de actividades incluso nuestra labor interna ha disminuido, ya que, en la mayoría de los casos, los trabajos que se presentan en los talleres se preparan sin utilizar adecuadamente un método y sin definir claramente los conceptos que se manejan, por lo que la aportación intelectual es mínima, de igual forma la participación de la mayoría dista mucho de ser creativa o por lo menos positiva, siendo la actitud de muchos de los miembros de la Orden agresiva y altanera hacia los hermanos que carecen de poder o simplemente no nos simpatizan, por el contrario es sumisa y servil hacia los poderosos. Si bien todas estas observaciones son indicativas de que la Orden se encuentra en una clara etapa de decadencia, también debemos pensar en la posibilidad de revitalizaría, de actualizarla y adecuarla a estos momentos, para lo cual sería necesaria la participación de las autoridades y de todos los miembros de la Orden. Para llevar a cabo dichas acciones, propongo las siguientes medidas: A. - Por una parte, como recursos de acción inmediata la recomendación a los talleres para que los trabajos que se presenten en cualquier grado sean elaborados con la aplicación del método más adecuado para cada caso, que los conceptos que se utilicen sean debidamente definidos, procurando una mejor actitud y mayor participación, además, que los trabajos que contengan una proposición que implique un beneficio en favor de la Orden, del país o de la humanidad se envíen a la Gran Comisión que corresponda para que, cuando así lo ameriten, en principio se den a conocer a toda la Orden y posteriormente se busquen los mecanismos procedentes, como podrían ser conferencias, cursos, publicaciones, etc,. para llevar a cabo su aplicación en la esfera a que correspondan. B. - Por otra parte. como medida de acción trascendente. que nos permita un análisis profundo del contenido conceptual de la Orden, para estar en condiciones de superar todos los sectores que así lo requieran, sugerimos la creación de un grupo de trabajo de alto nivel intelectual que funcionara administrativamente con la jerarquía de Gran Comisión y que se integrara por lo menos con un miembro de cada taller, que, sin reparar en el grado que ostenten, posean la inquietud y aptitudes suficientes para lanzarse al mundo profano a investigar a recopilar la información que sea necesaria para tener una visión más clara del mundo y para actualizar y enriquecer aquellos principios e ideales nuestros que hayan sido rebasados por la ciencia y la filosofía. El estudio y la investigación honestos y de buena fe, nos permitiría señalar aquellas aportaciones humanas que se han realizado con fines de provecho de minorías, lo que proporcionaría una nítida comprensión de los objetivos que se persiguen en cada caso. Una vez que se obtuviera y actualizara, el material necesario, se efectuarían las conclusiones correspondientes y con la participación de todos los talleres se elaborarían proyectos, se establecerían estrategias y finalmente se actuaría con esa ubicación y conocimiento que necesariamente nos llevaría al éxito. Este es el gran reto, seguir como espectadores contemplando las intranscendentes acciones que realiza el gran club en que se ha convertido la Orden o por el contrario, de acuerdo con los objetivos que originaron a nuestra institución, participar, influir y ser determinantes en las grandes decisiones que requiere la humanidad para encontrar el camino al verdadero progreso y la felicidad. Q.·.Q.·.H.·.H.·. todos, esperando contar con vuestra simpatía y comprensión, deseo que con la participación de cada uno de vosotros hagáis posible este intento.