José María Morelos y Pavón

En Valladolid (actualmente Morelia, capital de Michoacán), el 30 de septiembre de 1765, nació quien fuera bautizado como José María Teclo, hijo legítimo de Manuel Morelos y de Juana Pavón. José María Morelos pasó su primer infancia entregado a las labores agrícolas y al aprendizaje de las primeras letras. Hacia 1774, su padre se marchó a San Luis Potosí, lo que obligó a Morelos a dejar sus estudios temporalmente y a emplearse como atajador de mulas y arriero por las rutas de Valladolid, México y Acapulco. El oficio y los viajes le permitieron conocer a los indígenas, su miseria y descubrir los secretos de los valles, montañas, ríos y bosques, compenetrándose así con el escenario de sus futuras hazañas militares. Reanudó sus estudios en 1790 en el Colegio de San Nicolás, en Valladolid, donde tuvo como maestro a Miguel Hidalgo y Costilla, con quien, veinte años después, la historia lo uniría en una gesta memorable: la Independencia Nacional. Después pasó al Seminario Tridentino y más tarde se trasladó a la Ciudad de México, donde en 1795 recibió el grado de bachiller por la Universidad Pontificia. Terminados sus estudios, mereció la investidura de presbítero el 21 de diciembre de 1797. Entre 1798 y 1799, Morelos fungió como cura interino de Tamácuaro, de la Huacana y de San Antonio Urecho. En 1801 fue designado cura propio de Carácuaro, cabecera de Nocupétaro y Acuyo, poblaciones de Michoacán. La inestabilidad que prevalecía en la metrópoli y sus repercusiones políticas en la Nueva España, al finalizar la primera década del siglo XIX, eran propicias para el movimiento libertador. Por esos tiempos, Morelos había entablado ya correspondencia con emisarios de Hidalgo y los conspiradores de Querétaro (encabezados por el corregidor de la provincia, Miguel Domínguez y su esposa Josefa Ortíz, Ignacio Allende, Ignacio Aldama y Mariano Abasolo, entre otros). De tal manera que poco después de ocurrir el grito de independencia, Morelos se puso a las órdenes de Hidalgo, cuando este recorría triunfante el camino de Valladolid a la Ciudad de México, solicitando José María ingresar, como capellán, en el movimiento insurgente. El 20 de octubre de 1810 en Charo, Michoacán, Hidalgo le otorgó el nombramiento como lugarteniente. De regreso a Carácuaro, Morelos organizó su primer contingente, el cual constaba de dieciséis hombres mal armados, con quienes inició su campaña bélica. A medida que avanzaba, y gracias a que era un gran estratega dotado con una formidable visión militar, su ejercito creció en número -llegó a contar con tres mil efectivos-, lo cual le permitió emprender cinco campañas y varias expediciones militares por la región sureste, entre octubre de 1810 y noviembre de 1815. En materia política, José María Morelos organizó en septiembre de 1813 un Congreso de la Nación, en Chilpancingo, en cuya apertura se leyó su obra magna: Sentimientos de la Nación. El documento recogía sus ideas políticas: la Independencia de México, el reparto de la propiedad, la abolición de la esclavitud, la disolución de las castas y la creación de un sistema republicano sobre las bases de igualdad y libertad. El Congreso lo nombró Generalísimo y depositario del Poder Ejecutivo, cargo que aceptó contra su voluntad, rechazando en forma categórica el tratamiento de Alteza Serenísima, el cual sustituyó por el título que él mismo se había dado: Siervo de la Nación. Morelos vivió en constante fuga, y el Congreso que estableció también fue perseguido implacablemente por los realistas. En una de esas movilizaciones -de Uruapan a Tehuacán- Morelos cayó prisionero en Temalaca, Puebla, el 5 de noviembre de 1815; posteriormente, después de un juicio militar y eclesiástico, fue fusilado el 22 de diciembre del mismo año en San Cristóbal Ecatepec, estado de México.